sábado, 8 de agosto de 2020

El mes de la niñez: dejemos que los NNyA sean los protagonistas

El día del niño es una iniciativa de la Organización de las Naciones (ONU) que en 1956 instó a todos los países a que celebraran el día universal del niño en la fecha que consideran conveniente.

En Argentina, el día del niño históricamente se festejó el 1er domingo de agosto, pero en 2003 se trasladó al 2do por pedido de la Cámara del Juguete. En 2011 dicha fecha se celebró el 21 de agosto, debido a que el 14 de ese mes se llevaron a cabo las elecciones Primarias Abiertas en todo el país. A partir de 2013, la fecha es el 3er domingo de agosto, pero la fecha se ajusta a las necesidades del mercado, ya que en nuestro país dicho festejo se relaciona con el acto de regalarle juguetes a los más chicos.

Un festejo relacionado al comercio, las ventas y el marketing, en un mundo en el que la niñez aún es explotada sexualmente, explotada laboralmente, donde muchos niños y niñas se ahogan en el mar diariamente en busca de un mundo mejor, mientras otros tantos mueren de hambre, un mundo donde aún hay niños que no acceden a la educación, y otros tanto que aún no tienen una taza de leche diaria.

Nos preocupamos por un mundo mejor a futuro, sin tener en cuenta que los niños de hoy son la sociedad del mañana. Una niñez invisibilizada en muchos lugares.

Si debiéramos definir la niñez hoy en día, deberíamos describirla como una etapa sagrada, la caja fuerte donde se van a guardar las primeras vivencias y experiencias del ser humano, los recuerdos, las emociones ligadas a personas significativas, la capacidad de empatía, de reconocer cuando lastimamos al otro, de reconocer nuestras potencialidades y desarrollarlas, de crear y potenciar la inteligencia.

Las personas estamos profundamente ligadas a nuestra niñez, lo observamos con los pacientes: una niñez que fue despojada, ultrajada, violentada, o abusada, produce una cicatriz que duele todos los días un poco, toda la vida, y en el mejor de los casos, uno puede advertirlo y comenzar un proceso terapéutico para procesar ese dolor.

La desnutrición en la niñez ocasiona daños severos a nivel cerebral, las experiencias de abuso sexual y violencia extrema están profundamente ligadas a depresiones severas e intentos de suicidio en la edad adulta, por otro lado, la crianza en entornos amorosos y de contención promueven una adultez con mayor empatía y lazo social.

Esta no puede, no debe, ser una etapa más de la vida, debe ser LA ETAPA de la vida, en que podamos transmitir a todos los niños y niñas que hay un mundo lleno de posibilidades para desplegar lo mejor de sí.

La infancia es una construcción social, una categoría variable a lo largo de la historia, una entidad dotada de diferentes significados en distintos contextos culturales. Sin embargo, hay una concepción propia de la infancia que nos distancia de las concepciones de otras culturas.

Por lo tanto, debemos seguir repensando cómo son las infancias en nuestra provincia, ¿Qué quieren los NNyA? ¿A qué juegan? ¿Cuáles son sus sueños? ¿Cómo construyen su identidad? ¿A qué jugaron durante el confinamiento? ¿Qué cosas le preocuparon? ¿Qué miedos tienen?

Y en esta construcción los niños y las niñas deben ser los principales actores, debemos escucharlos, respetarlos, y acompañarlos a ser los protagonistas de su propia historia.

No podemos pretender que un chocolate con facturas o un juguete en el mes de agosto sea suficiente, construyamos todo el año un sin fin de posibilidades para una población a la que debemos confiarle nuestro futuro.

Natalia Pino Roldan 

Licenciada en Psicología 

Esp. En políticas públicas 

de niñez y familia  

M.P. 360

 

 

 

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