miércoles, 5 de febrero de 2020

La Niñez Perdida...

El barrio San Jorge era un lugar desconocido para mi, sabía su nombre pero incluso escuchaba que era un lugar peligroso al que era mejor no acercarse. Es extraño, porque vivía  en aquel pueblo desde siempre, y eran pocos los lugares que conocía.
Cuando llego la propuesta de trabajar allí no lo dude ni un instante, la propuesta de hacer clínica con niños me entusiasmaba, cualquiera fuera el barrio. Al llegar me presente en la salita y las enfermeras enseguida me advirtieron que la demanda era inmensa, y me empezaron a contar las problemáticas sociales para que me "prepare".
El caso es que un día, otro día y otro día y nadie llegaba a terapia, tal vez alguna niña o alguna mamá pero luego no regresaba. 
Miraba por la ventana esos días soleados y veía allí afuera todos esos niños y niñas jugando y por mi mente pasaba una sola pregunta: 
¿Qué estoy haciendo mal?
Hasta que un día tome mi caja de juegos, mis hojas y mis lapices de colores y me fui al patio, frente a todos los niños, me sentí un poco ridícula debo admitir, pero me puse a dibujar, sola, media hora, una hora, dos. Pensaba, esto no nos enseñan en la facultad, alli no hablan de esto, nadie me explico qué hacer, cómo generar la demanda; y mientras conversaba conmigo misma una niña se acerca: ¿puedo dibujar? claro, la invito. En poco menos de diez minutos, 15 niños y niñas me rodeaban, me preguntaban quien era, a que me dedicaba y para que servía mi profesión. 
Desde ese día se conformó un grupo que permanece hasta la actualidad, porque aunque no me encuentre trabajando allí, mantenemos contacto telefónico semanal y los visito frecuentemente. 
Fue en ese espacio, pintando, jugando, y bailando donde pudieron comenzar a hablar de abuso sexual, adicción a las drogas, embarazo, deserción escolar, entre otros temas. 
Darle un valor a la escolarización mas allá del arduo trabajo de las docentes, permitía que por primera vez sientan que podían esforzarse y llegar lejos, comenzaban a sentir que otros horizontes eran posibles, y quienes habían dejado la escuela solicitaban reintegrarse, porque ahora éramos un equipo, y se sostenían unos a los otros, y visualizaban un futuro diferente. 

Construir participación Infanto Juvenil en la sociedad que habitamos permite construir derechos, incluir a los niños como sujetos de derechos, protagonistas de sus emociones y actores de su propia experiencia de vida. Otorga derechos a la vez que otorga responsabilidades y nos convierte a todos en seres humanos más responsables.
Dentro de sus derechos: capacidad de ejercicio, autonomía progresiva, derecho a ser oído, derecho a la defensa material o a la acción, derecho a una defensa, derecho a un curador.
Es indispensable la articulación intersectorial y la corresponsabilidad que activa sistemas de articulación con los otros organismos.

Hace dos años se disuelve ese espacio, y aunque intente sostenerlo por varios medios, no fue posible, a nivel político  ya no contaban conmigo, y no solo eso, me hicieron saber que mi sola presencia incomodaba.

Las niñas y niños del lugar no comprendían por qué el espacio comunitario de contención y sostén ya no era posible, yo tampoco tenia una explicación para darles.

El primer año la deserción escolar fue muy alta, me preguntaba quién otorgaba sentido a la escolarización, ya que desde las familias esa tarea estaba obstruida. Me preguntaba en qué espacio podían trabajar el acoso sexual en la calle, cuando iban camino a la escuela, el acoso entre compañeros, frecuente y muy cruel, la adicción a las drogas, en fin, ese espacio ya no estaba disponible, y hacía caer nuevamente un proyecto de vida diferente. 
Luego empezaron los embarazos, cada vez mas frecuentes y a menor edad. 
He visto a profesionales festejando los embarazos, aplaudiendo y celebrándolos, confieso que tuve emociones encontradas. 
Una noche Luci me llama, yo ya sabía por las redes sociales que estaba embarazada en plena pubertad, pero no encontraba las palabras, ella las encontró, y debo confesar que me impacto profundamente, dos años después de esos talleres con visitas esporádicas, ella necesitaba decirme que estaba embarazada, y ademas necesitaba que yo lo apruebe, que yo no esté enojada, que yo la comprenda. 
Lo primero que pensé y le dije es que si ella era feliz yo también. Tiempo después supe que atravesó su embarazo escondida, porque socialmente era estigmatizada, incluso por su grupo. Me preguntaba si el destino de cada una hubiese sido el mismo con talleres de educación sexual y proyectos de vida, me preguntaba si elegían con libertad, o elegían dentro del pequeño marco de representaciones al que tenían acceso. Nunca pretendí cambiar la vida de todas, pero tenía la absoluta confianza que podían hacer algo diferente, sin repetir generación tras generación una historia de vida donde sus opciones no son las mismas que las adolescentes del otro lado del charco. 
Me preguntaba si era justo que estén a las 2 de la mañana en el hospital para ser atendidas por la mañana, me preguntaba en qué fallamos como sociedad para que esas niñas no estén jugando y yendo a la escuela.
Sin embargo la sociedad no solo se desentiende, sino que se convierten en mejores personas gracias a ellas, cuando los domingos, para no aburrirse, llevan al barrio un paquete de pañales para ganarse el cielo y ser mejores cristianos. 

Cuando hablamos de Derecho a la Salud es importante tener en cuenta los conceptos de universalidad, equidad y accesibilidad, ya que los derechos lo son si son colectivos, porque cuando  ese “derecho” es para un grupo selecto se convierte en privilegio, NO en derecho.




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