miércoles, 24 de febrero de 2021

La masculinidad en transformación


¿Qué significa ser hombre en nuestra sociedad? ¿Existe una sola masculinidad?

La masculinidad es una construcción social y cultural, varía según los momentos históricos.

La cultura patriarcal se ha encargado de establecer estereotipos de género que han generado una asimetría de poder entre hombres y mujeres, en la que los primeros tienen el poder, claramente, y esto genera ciertos privilegios que están naturalizados.

La masculinidad que daña

Pero los hombres que tienen el poder, no son todos, hay que cumplir “según las normas del patriarcado” con ciertos estándares establecidos a travésde los estereotipos de género. De esta manera, el machismo le exige al hombre: ser fuerte, dominante, valiente, independiente, audaz, rudo; heterosexual y a la mujer: ser sentimental, dependiente, frágil, sumisa, dulce, y todo lo relacionado a verse bien y hablar poco.

Dentro de estas pautas transmitidas se reproducen las estructuras de poder y opresión entre las personas. Por lo general estos estereotipos son rígidos e inflexibles. A su vez, generan una presión y un mandato social para cumplir con lo que establecen.

El peligro de bloquear las emociones

Cuando le decimos a un niño que se cayó y llora, se lastimó y llora, que se asustó y llora “los hombres no lloran” estamos imprimiendo en su psiquismo la premisa, de que si por alguna razón vuelve a expresar su tristeza, su fragilidad, sus emociones o comparte su sufrimiento: deja de ser hombre. Y peor aún, a veces incluso se lo amenaza con la frase “pareces una nena”, instalando la condición de ser mujer como un insulto. Y luego no comprendemos el por qué los hombres “arreglan todo a las piñas” “someten físicamente a sus parejas” “gritan para imponer una idea”, todo se relaciona con la manera en la que criamos a estos varones, y como desde temprana edad inhibimos parte de sus emociones.

Las nuevas masculinidades

Es urgente construir una nueva masculinidad, por ellas, por ellos, por nosotras. Una masculinidad capaz de reconocerse en superioridad y comenzara renunciar a sus privilegios, una masculinidad capaz de respetar a hombres y mujeres sin sentir que se pone en juego su integridad, una masculinidad capaz de hacer los quehaceres de la casa en familia, compartiendo las responsabilidades del hogar y el cuidado de los hijos, una masculinidad que se permita llorar cuando esta triste, que se permita perder un trabajo y apoyarse en la pareja hasta remontar de nuevo, una masculinidad capaz de dejar de matar, y construir junto a nosotras, una sociedad más compasiva y respetuosa.

Educación basada en la cultura de la paz

Una educación que contemple la inteligencia emocional, la educación sexual, la equidad de género, el respeto por todos los seres humanos, basada en la cultura de la paz, permite comprender, que los rasgos antes mencionados son comunes a diferentes personas, más allá de su condición sexual, se relacionan con el desarrollo de la personalidad, y no deberían ser condicionantes para que un ser humano domine, oprima y ejerza poder sobre otro.

Permitir que en la niñez se expresen todo tipo de emociones, enseñar a resolver conflictos a través del dialogo, desnaturalizar la violencia “se agarraron a las trompadas”, es el nuevo desafío que tenemos como sociedad.

Para conseguir un mundo igualitario necesitamos trabajar en conjunto, hombres y mujeres, enseñando a las infancias el respeto y el amor hacia los seres humanos y el planeta.


Psicóloga Natalia Pino Roldán

M.P 360

Especialista en Políticas Públicas de

Niñez y familia

nataliapinoroldan@yahoo.com.ar


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